domingo, 1 de noviembre de 2009

Introducción al relato


Esta novela de Paul Auster, publicada en Nueva York en 1989, tiene como tema central el descubrimiento, en este caso, el descubrimiento de la propia persona. Marco Stanley Fogg es un joven estadounidense que inicia el relato de su vida, justamente, el verano en el que hombre pisó por primera vez la luna.
Y es la luna la que inunda toda su vida, entorno a ella se va a ir moviendo por parte de la geografía de su país y, al mismo tiempo, por su propia geografía.
Los nombres Marco (Por Marco Polo) y Stanley, el apellido Fogg (en realidad, una deformación del apellido original de su familia, pero que resulta el del personaje de La vuelta al mundo en 80 días) hacen que el joven protagonista viva en una especie de predestinada búsqueda.
Huérfano desde niño, criado por su tio Victor (un músico sin grandes éxitos) que le inculca su devoción por la lectura, se ve, de repente, solo en Nueva York, estudiante con un apartamento lleno de libros, pero sin ninguna forma de subsistencia y decide dejarse llevar, no revelarse, que el mundo decida por él. Y cae, cae, cae hasta encontrarse en lo más hondo… el experimento, desde luego, a simple vista parece un fracaso.
Y, sin embargo, gracias a una desconocida, Kitty Wu, podrá salir y seguir avanzando. De repente, tiene una pareja, la extraña y sugerente Kitty. Tiene un trabajo, una especie de secretario para todo de un personaje excéntrico, antiguo pintor, con una vida llena de extraños paralelismos con la propia vida del joven Fogg: no tiene familia (excepto un hijo que ni siquiera sabe que su padre sigue vivo), también en su vida la luz de la luna ha jugado un papel decisivo y también hubo un momento en el que dejó que el mundo lo llevara.
Revolviendo en el pasado de su jefe y reandando el camino que él siguió, se topa con su propio pasado y descubre sus propias raíces.

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